En un sistema ideal, las negociaciones políticas deberían basarse en principios congruentes con las plataformas ideológicas de cada partido o corriente, sin embargo sabemos de sobra que esto no ocurre así, la mayoría de los acuerdos se toman considerando intereses personales o de grupos de poder o para que los políticos se protejan entre sí. La congruencia ideológica, la dignidad, la rectitud y todos los valores que deberían poseer los diputados, senadores, gobernadores, secretarios de estado, presidentes municipales, militares y hasta el presidente, no son más que verborrea usada en campañas.
Imaginemos pues que somos testigos de las componendas, negociaciones, transas, acuerdos, y demás ejercicios de poder donde lo menos importante es el bienestar público ya ni hablar del nacionalismo o el amor a la patria, imaginemos que se nos revelan (como en su momento lo hizo Víctor Trujillo con el señor de las ligas) los secretos de cómo se gobierna y que de forma presencial nos enteramos de los diálogos, los chistes, el cinismo, los miedos, la hipocresía y demás linduras de nuestros “políticos”, bueno pues en LOS LOBOS, no solo nos acercamos a estas escenas sino que además se induce al espectador a involucrarse en las emociones de estos personajes que desgraciadamente no reflejan algo distinto a la realidad, sin embargo y por ser teatro, nos muestran también que el bien hacer no es imposible, el gran mensaje de esta obra es que cuando los encargados del gobierno se alinean al bien común, surge la esperanza que alienta a querer transformar nuestro entorno.
Con la magnífica participación de 5 actores que disfrutan de su arte y por tanto son muestra de capacidades histriónicas excepcionales, la obra nos enfrenta a la causa de nuestra situación actual, nos inducen a no ser tolerantes con la corrupción, a respetar nuestra ideología aún a costa de la comodidad y el conformismo, todos esto ocurre en el sótano de una de tantas casas de ricos donde se celebra el aniversario de uno de tantos partidos políticos, es ahí, en botes habilitados como sillas, en sillones rotos y en ambiente de ratas, donde se dirimen decisiones de estado para proteger a los corruptos, la escenografía es adecuada a los convenios, el sonido se vuelve un aliado para la ambientación y la iluminación se empata con la frase “arreglos en lo oscurito”.
Bajo la dirección de Hector Bonilla, quien logra sacar la esencia de este extraordinario elenco (Pedro Armendáriz, Rafael Sanchez Navarro, Roberto D’amico, Jesus Ochoa y Víctor Trujillo), LOS LOBOS, más que una crítica política, es la forma artística de contribuir a que las cosas cambien y aunque la puesta en escena de esta historia carece de esa pretensión, lo logra sobremanera al mostrarnos de forma teatral lo que seguramente ocurre en los subterráneos de las impenetrables y pulcras casas de nuestros políticos.
