ÁGORA TEATRAL
  LA LENGUA DE LOS MUERTOS
 
LA LENGUA DE LOS MUERTOS
Teatro El Milagro, Octubre 2009
 
Texto y Fotografía:
©2009 Ricardo Gutiérrez Chávez

 
Después del golpe de estado contra el gobierno de Madero, Victoriano Huerta toma el poder, no sin antes asesinar al mismo Presidente y al Vicepresidente Pino Suarez. El Dr. Belisario Dominguez desde la tribuna parlamentaria lanzo un punzante discurso contra Huerta y su ilegitimo gobierno. En este mes se cumplieron 96 años desde la muerte del Senador Belisario Dominguez, el 7 de octubre de 1913, el Dr. Aureliano Urrutia lo asesino y le  corto la lengua por mandato de Victoriano Huerta.
En vísperas de la celebración del centenario de la revolución Mexicana seguramente levantaremos a los muertos para que nos platiquen sus hazañas revolucionarias, a través de los vencedores escucharemos teorías transformando en mitos, actos nacionalistas, tratando de consumir lo poco que nos queda de identidad, sin embargo existen hechos que no requieren justificación histórica, ocurrieron y en eso no cabe ninguna duda, es el caso del asesinato del chiapaneco Belisario Dominguez, a causa de un comprobado discurso acusando y exhibiendo la tiranía de Huerta, centrar la discusión en validar si realmente le cortaron la lengua o no, en realidad nos distrae de la esencia del acto de valentía del Senador Dominguez,  existen –según dice David Olguín – historiadores que niegan que El Dr. Urrutia, prestigiado cirujano, compadre de Huerta, haya sido capaz de cortar la lengua de su colega.
En la obra teatral La lengua de los muertos, dirigida por el mismo David Olguín se muestran las escenas de los últimos momentos de vida del Senador Belisario Dominguez, sosteniendo el mensaje ético en la operación sin anestesia donde Urrutia le corta de raíz la lengua al senador disidente. Tomando en cuenta que a Gustavo Madero, Hermano del presidente Francisco Indalecio Madero, le cortaron los testículos y se los metieron por la boca, no dudo que Huerta haya recibido como regalo, la lengua de su opositor.
Con las actuaciones de Rodolfo Guerrero, Humberto Solórzano y la extraordinaria participación de Gerardo Taracena cómo José Hernandez, mejor conocido como el matarratas, esta obra nos lleva a reflexionar en los actos de los próceres que exponen su vida por defender sus ideales, ¿desde cuándo no tenemos un político de esta talla?, ¿es justificable que los servidores públicos atenten contra su propia dignidad por salvaguardar sus privilegios o estatus conformistas, ya ni hablar de su integridad física?.
 En una atmosfera de principios del siglo XX con iconos sangrientos que inducen al terror, al dolor físico causado por los afilados cuchillos de carnicero o a la vejación del salvaje policía de la secreta, que muestra simpatía por el valiente prisionero prometiéndole que le espantara las moscas a su cadáver, no deja de causarnos coraje y frustración las burlas que hace el Dr. Urrutia al Prócer mexicano, o los maltratos físico y psicológicos que le causa el matarratas.
Estos sentimientos que afloran históricas inconformidades por la situación  actual y la actitud por defender la libertad de expresión, solo ocurren en teatro cuando una buena actuación se sostiene de una excelente dirección escénica en una obra donde la historia se mezcla a lo anterior  para lograr emocionar al espectador, si esto es uno de los objetivos del teatro entonces, Señor Director Olguín, Señores Actores: ¡Misión cumplida!









 
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